lunes, 18 de abril de 2022

Regresar, siempre.

Vuelvo a escribir.

Y poco he cambiado.

Me sigo sintiendo como aquella Pandora que buscaba su caja persiguiendo la esperanza.

Aquí estoy, atravesando de nuevo mis propias paredes en un intento-quizá fracasado- de explorar lo que permanece aún aquí dentro y hoy no deja de retorcerse clamando salir- ¿por qué precisamente hoy?-.

Vuelvo a juntar mis letras en un feliz reencuentro conmigo misma.

Quizás, en una resurgida necesidad de ser a través de mis palabras.

Sin pretensiones.

Sin presiones.

Reinauguro mi habitación propia.

Y la comparto contigo.

Libero esa maraña de pensamientos que me revoloteaba mientras cumplía con mi #siemprepostergadacitaconlaplancha.

Regreso.

Como el almendro de mi balcón que acaba de alumbrar su primera flor.

A destiempo.

O en su tiempo.

Seguramente, efímera.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

De un tono gris, como el día más tonto


Existen días grises. No hay duda. Esos en que pesan los ojos y el alma se arrastra. Días en que cuesta respirar lento, oler con calma, buscar las ganas. Días grises, que cabalgan entre la oscuridad de la derrota y la esperanza del mañana. Apenas importan recuerdos, sueños, ni palabras disfrazadas en versos.

Los días pintados de un  insulso grisáceo tienen la palidez de una estupidez punzante, la desesperación de un llanto que se resiste a abandonar océanos de rabia y el frío de una soledad buscada entre la nada.

Son días sin vida, o tan repletos de ella, que asustan, y resulta difícil mirarlos de frente y extraer sus enseñanzas.



lunes, 11 de febrero de 2013

Un vecino de paso

David se define como un hombre inquieto; incapaz de pasar dos noches en un mismo lugar. Natural de Ciudad Real, la ruptura con su pareja y con su trabajo de albañil pusieron el broche final a una etapa de su vida, abriendo las puertas, de par en par, a su concepto de libertad. Con 39 años, cambió una vida acomodada por un día a día cargado con una mochila a su espalda. Desde entonces, recorre pueblos y ciudades de España, saltando la frontera de cuando en cuando para vivir, siempre fugazmente, en Portugal o Francia. Le acompaña un cartel que dice: "Estoy en la calle y voy de paso, sólo pido una pequeña ayuda".

Petrer: una parada más en su mapa vital

Recién llegado del sur de España, el mochilero ha realizado una pequeña parada en Petrer, la segunda que hace en su mapa vital. Esta vez, ha decidido instalarse en la puerta de la Oficina de Urbanismo, en un casi acogedor espacio caldeado por el sol,  junto con su inseparable mochila y un estuche destinado a recoger monedas. Pasó aquí la tarde de ayer, recogió algo de dinero y por la noche durmió en el albergue de Cáritas, donde se ha podido duchar esta mañana después de dos semanas sin ver ni  una gota de agua deslizarse por su cuerpo. Tras el reconfortante baño, ha vuelto de nuevo a este lugar, aunque por poco tiempo; en apenas unas horas dejará de ser vecino de Petrer. "Por norma propia estoy en un sitio cada día, por la tarde recogeré mis cosas y me iré a otro lugar", me comenta David.

Durante la entrevista, un agente de policía local se acerca y le pide la documentación. "Ayer por la tarde ya pasaron otros", le comenta al tiempo que la autoridad le informa de que puede quedarse mientras no moleste a los ciudadanos. El agente le explica también que puede pasar por Cáritas si necesita ayuda y que le pueden proporcionar un billete de autobús para viajar donde quiera. "En cualquier sitio donde voy, siempre tengo a la policía detrás", me cuenta David una vez que el agente se ha alejado.

El mochilero todavía no tiene claro qué rumbo tomará en unas horas. De lo que está seguro es de que quiere pasar el verano en el norte, por el País Vasco, por lo que irá viajando de pueblo en pueblo hasta llegar a ese destino. "En verano se vive muy bien por allá arriba, muy fresco. Soy el que mejor vive de España en esa época- me dice David entre risas-. Lo peor es el invierno, dormir en la calle es muy duro, se pasa mucho frío.

Mochilero y temporero

A pesar de declararse todo un carrilano (me explica que es así como se denomina a las personas que viven recorriendo pueblos de España viviendo del dinero que recogen)  cuando le sale la oportunidad de trabajar, lo hace sin problemas:"A mí el trabajo no me asusta. Estoy uno o dos meses en la vendimia o recogiendo fresas o lo que me vaya saliendo, y durante ese tiempo me alquilo una casa. Y cuando se acaba la temporada, cojo mi mochila y empiezo a recorrer pueblos de nuevo". Pero como las horas en el campo se están pagando "muy mal", de momento ha decidido dedicarse a jornada completa a la labor de mochilero.  "Yo por tres euros no trabajo- especifica-. Sinceramente, prefiero estar aquí pidiendo, que gano mucho más, y con 10 ó 15 euros al día que recoja me sobra para vivir. No tengo vicios y prefiero vivir así a estar atado a un trabajo durante el resto de mi vida; eso no va con mi personalidad". Con esta forma de vida, David se declara abiertamente "feliz", "mucho más que con la vida que llevaba antes", comenta.  No tcuenta con más compañero de viaje que su leal mochila, y así es como quiere que siga siendo. "Tengo amigos en cada pueblo de España, pero no quiero juntarme con ellos porque acabaría mal". Cuando le pregunto por su familia me confiesa, con pícara sonrisa, que sus padres creen que trabaja en Asturias. "Cada cierto tiempo recojo dinero y voy a visitarlos. Les cuento una historia diferente a la de mi vida. Me quieren mucho y no quiero decirles la verdad". Me pide que no fotografíe su cara ya que "con esto de Internet al final todo se sabe".

Futuro ermitaño

A pesar de que vive al minuto, y ni tan siquiera imagina dónde dormirá mañana, David tiene ya planeada su vejez, algo que pocos pueden decir. Quiere vivir en el monte, en algún pequeño pueblo situado en los Pirineos; una idea que ha cogido de otros carrilanos: "Muchos se jubilan y se van a vivir a las montañas, con una pensión de 400 Euros. Así me veo yo".

Y así lo dejamos, quemando sus últimas horas en Petrer mientras camina, de momento metafóricamente, hacia las rutas que lo llevarán a culminar una vida que hace y deshace día a día y a su antojo.


*Artículo publicado en el diario digital Petreraldia.com el 30 de marzo de 2011.


lunes, 14 de enero de 2013

Nidos de pasión














Al fondo a la derecha, al lado de la cocina. Esa pequeña y desnuda habitación era el escondite donde los dos cuerpos se fundían, de cuando en cuando, para recordarse que seguían vivos. Sexo. Sólo eso. Sin preliminares, caricias ni susurros. No era cuestión de humillar a sus parejas; esas cosas las guardaban para las noches del sábado y, con un poco de suerte, para las de algún día de la semana, víspera de festivo, por supuesto. Eran vecinos, de los de toda la vida. Incluso en reiteradas ocasiones se reunían los dos matrimonios para cenar. Todo un juego de claroscuros: por encima de la mesa las manos acariciaban las de sus parejas; por debajo, los pies jugaban a un encuentro casual, o no tanto, con las entrepiernas de sus amantes. Y en terminar la cena y tras el reposo de rigor acompañado de unas copas, el matrimonio invitado abandonaba la casa vecinal para iniciar el rito casi obligado de consumar la relación, mientras que la pareja anfitriona se disponía a realizar lo mismo, eso sí, una vez recogido todo. Lo primero es lo primero, y la pasión puede aguardar. Y así siguieron, año tras año, combinando matrimonio y amante, a partes desiguales. Hasta que un día, en uno de esos encuentros en aquella habitación desnuda del fondo a la derecha, los consagrados amantes se encontraron con que su nido había sido ocupado. Fue en ese momento cuando los dos matrimonios acordaron turnos para no alterar la convivencia diaria.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Guardianes de la inocencia

Es fácil encontrarlos asomados a la vida desde el balcón de su primer vehículo a tracción, curiosos ante un mundo que se les descubre sin descanso a cada paso.

Son capaces de conquistar ejércitos de besos y achuchones sin necesidad de más estrategia que la de su sonrisa. 

Llenan de vida el alma de las calles olvidadas y los callejones más oscuros de las almas adormidecidas.

Confeccionan espacios más propicios para vivir que los que nos empeñamos en habitar día a día a golpe de dinero prestado.

Remueven conciencias con palabras limpias y luego siguen sin más con su construcción de castillos en los que reinan sin maldades ni avaricias.

Se sorprenden de todo y de nada. Tropiezan, caen, lloran, pero siempre continúan, por muy arrugado que se les presente el camino.

 Son ellos los encargados de custodiar la inocencia que la adultez relega al cajón del ayer, dejándola volar a nuestro alrededor de cuando en cuando para que la mezamos de nuevo entre los brazos.

Y nosotros, tan ávidos de esperanza y sonrisas puras, no podemos olvidarnos de propiciar estos encuentros con los guardianes de la inocencia, pues siempre nos invitarán a levantar la cabeza por muy cabizbaja que esté la vida.



viernes, 21 de septiembre de 2012

Memoria en el olvido

                                                                                                          "...es una posesión,
                                                                                porque el olvido es una de las formas de la memoria,
su vago sótano, 
la otra cara de la moneda".
José Luis Borges.

Recuerda a papá que baje la tapa. ¡Mira que últimamente anda muy despistado! Recuérdale que vaya a por el pan, al supermercado y a recoger su periódico. Que se ponga la bufanda azul que le regalé, ya ha venido el frío y sabes cómo es. No vayas a olvidarte de darle un fuerte abrazo cuando su mirada se pierda en el abismo del olvido forzado, donde reposa toda su memoria. Acuérdate de despedirlo siempre con su nombre, de transportarlo al pasado y  de hacerle volver de nuevo a su presente. Ten paciencia y ayúdale a tejer nuevos recuerdos y a guardarlos bajo llave para que nunca más se escapen. Acuérdate también de hacerle esas cosquillas en los pies que tanto le gustan y de ponerle pilas a su vieja radio, fiel compañera de sus eternas madrugadas en vela.

Y no olvides recordarle que, de tanto en tanto, se dé un paseo por su olvido, y me rescate.

                                            21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer

jueves, 30 de agosto de 2012

Latidos

No soy del Sur ni del Norte.
No vengo de mundos olvidados ni camino hacia paraísos prometidos.
No confío en ningún Dios, al menos no en los modelados por el ser humano: de apariencia masculina y de acciones más que sutiles.
No tengo banderas a las que serles fiel ni himnos marcados por fronteras imposibles.

Soy de mares y de tierras.
Vengo un poco de aquí y un poco de allí y camino hacia amaneceres libres de nubes quejicosas.
Confío en las miradas limpias, con nombre de mujer o de hombre, que susurran sus verdades sin prisas.
 Tengo mi propia bandera, una para cada día, según mi estado del alma, y alzo la voz al sentir el himno del latido de la vida.