miércoles, 30 de noviembre de 2011

Afluente de ti...

La ternura continúa emanando intacta de tus manos como la primera vez que acariciaste mi rostro recién nacido.
Es tu bondad aquella con la que me tropiezo en cada uno de nuestros encuentros… Y la que te define ante todo aquel que se ha cruzado alguna vez en tu camino.
La vida se refleja en las arrugas que adornan tu rostro...y es tu mirada limpia la que deja entrever tu alma pura y sin malicias.
Te quiero. Como no podría ser de otro modo, pues un vínculo inquebrantable nos une ya para la eternidad...
Los prejuicios no forman parte de tu ser. Y tus silencios, tus sonrisas cómplices y tus sabias palabras, forman espejos donde siempre quiero verme reflejada.


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Observas pasar a tus días lentamente desde el sillón de tu acogedora habitación, testigo tantas veces de mis juegos de niña…Y pareces esperar el momento de partir con tu dios y de volver a sentir el calor del hombre con el que engendraste a la hija que me dio vida.
Y yo te miro con esa ternura heredada de tu vientre, y deseo no dejarte partir nunca... Y en ese espacio de tiempo, no puedo evitar sentirme orgullosa de que mi sangre sea un afluente de tu río…

martes, 29 de noviembre de 2011

Infinita plenitud

Es tan fácil perderse en los caminos que se abren con el inicio de una nueva vida...
Hay mochilas cargadas de pasado que se resisten a abandonar las espaldas agotadas por el tiempo.
Innumerables piedras en esas vías con las que inevitablemente tropezamos, pero que siempre son capaces de dejarnos seguir con nuestros pasos.
La vida asoma su cabeza bajo la temerosa apariencia de un reto, o de varios, difusos, acechantes, que esperan ser afrontados.
A nuestro alrededor vuelan almas rotas con eternos lamentos de oscuridad que disfrazan su cobardía ante la vida; almas que hace tiempo olvidaron que todo podría ser más sencillo si se limitaran a afrontar el reto de vivir la vida en toda su plenitud.