lunes, 26 de septiembre de 2011

Propósitos Vitales


Própositos. Sin duda, la vida está llena de metas, de situaciones imaginarias por las que cada mañana, cada uno de nosotros, pone el pie, derecho o izquierdo (para los no supersticiosos), en el suelo y comienza a caminar. Y es que sin esos sueños que nos proponemos, se haría todavía más complicado enfrentarnos, día tras día, al reto de vivir la vida.

Septiembre es uno de esos meses fijado en nuestro calendario vital para emprender cambios. Y es que esos días previos de sol, cuando de verdad tenemos tiempo para encontrarnos con nosotros mismos y descubrir sensaciones,  y experimentar nuevas situaciones, nos empujan y también nos invitan a plantearnos una vida diferente. O por lo menos, con ápices distintos. 

El verano es esa época en la que conocemos a personas que nos descubren mundos nuevos. O nos adentramos en ellos en libros, películas o en cualquier otro soporte creado para transportarnos a otra esfera durante un periodo limitado de tiempo. Son días propicios, quizá porque nos sobra tiempo, para reflexionar sobre aquello que queremos mejorar el resto del año.

Para muchos es éste el mejor momento para aprender idiomas, o retomar alguno casi olvidado. Puede que,  para otros, septiembre sea el elegido para ponerse en forma, apuntarse a un gimnasio o para concienciarse y seguir, a rajatabla y sin caer en dulces tentaciones, una dieta estricta. Tal vez el cambio propuesto se materialice en el trabajo, o un plano todavía más personal, desatando cadenas que te amarran a una vida no deseada.

Sea cual sea el propósito, lo esencial es crear una estrategia para llegar a él, sin temores, con la seguridad de poder conseguirlo. Porque si sientes que en la vida no estás siendo quién de verdad quieres ser, éste es el mejor momento para solucionarlo. Debemos afrontar el futuro sin miedos, sin temor a los cambios, pues en ellos puede que radique el principal objetivo del ser humano; aquél que debería ser el punto final de todos esos propósitos: LA FELICIDAD.

Porque la vida, sin sueños, y sin la incansable lucha por conseguir hacerlos realidad, pierde parte de su sentido.