viernes, 1 de abril de 2011

¡Viva el deporte rey!


3.500.000.000  de Euros. Las cifras altas me marean. 3500 millones de Euros, que se dice pronto. Eso mismo es lo que deben los clubes de fútbol de la afamadísima y reconocidísima liga  española BBVA. Y de esos tantos miles de millones, 600 los adeudan a la Seguridad Social.

Aquí pasa algo raro. ¿Dónde se esconden los cobradores del frac de Hacienda? ¿Por qué no los persiguen a ellos, cómo lo hacen con el resto de ciudadanos españoles de clase media- baja?  Pobre de aquel forofo de cualquiera de los muchos equipos deudores que ose dejar de pagar una letra de su casa, de su coche, o de su humilde portátil. Hacienda no será tan benévola con el osado. ¿Cómo era eso de que todos somos iguales ante la ley? Todos los pringados, querrán decir. Y, ¿lo de Hacienda somos todos? Ídem de lo mismo.

Muchos no entendemos porque el Estado pasa por alto esa deuda, como si no existiera. Pero claro, con los tiempos que corren, ¿a qué político  loco se le ocurriría poner el grito en el cielo sobre este peliagudo tema? No enfademos más a los ciudadanos. Nos pueden subir la edad de jubilación, los impuestos, recortar nuestros derechos…pero el fútbol no. El balompié en España es “sagrao”. Que no se lo toquen a nadie, que por su defensa las calles se llenarían de aliados del deporte rey, al estilo libio pero sin armas y sin Gadafi. Porque otra cosa no, pero muchos de los españolitos, y españolitas también, por el fútbol, serían capaces de vender su alma al mismísimo diablo por continuar disfrutando cada domingo (y cada lunes, martes, miércoles, etc, etc, etc.) de su equipo y sus flamantes jugadores. 

Todos quieren ser como ellos: vestir sus ropas, conducir sus coches, meter sus goles. Ay, las estrellitas del fútbol…cómo pasean sus cuerpos perfectos vestidos de Armani mientras la plebe les aclama por una mirada furtiva, una fotografía donde muestren su más “entrañable” sonrisa o por un simple garabato en un papel. 

Definitivamente, sí, todo debe seguir como hasta ahora. Los clubes despilfarrando, el Estado callando y los aficionados embobados.  Y qué le vamos a hacer, si el fútbol es la panacea de muchos de los males del ciudadano amante de este deporte. Eso sí, siempre y cuando su equipo no pierda.